Pesadilla de una mañana
Nuestra historia se traslada hasta el siglo IV, en la ciudad de Constantinopla, donde los emperadores estaban en la cúspide de todo el poder, el ejército de la ciudad era de los más poderosos de toda Europa y el cristianismo era la religión oficial.
Cierto día de invierno, en las costas de Constantinopla, algunos soldados del ejercito del emperador zarparon del muelle para realizar un reconocimiento del lugar, el viento estaba tranquilo, es de mañana y el cielo estaba medio nublado así que no se esperaba alguna tormenta.
Pasaron algunas horas y los hombres estaban tranquilos descansando, otros dormían y solo dos estaban alertas. Ya era medio día y no había señales de algo extraño en las costas.
Uno de los soldados al mando de la embarcación, logro ver algo a lo lejos, dentro del Mar Negro, así que ordeno ir a investigar, en cuanto mas se acercaban mas curiosidad tenían; el viento comenzó a soplar mas fuerte, nubes negras llenaron el cielo, impidiendo que ningún rayo de luz cayera a la tierra, la embarcación empezó a ser golpeada por grandes olas, los soldados estaban muy asustados, no entendían que ocurría, de pronto un torbellino se formo enfrente de ellos, era enorme y oscuro, nadie sobreviviría si alguno cayera de la borda y fuese absorbido por él. Un sonido tan estremecedor como el de un rayo estremeció a los tripulantes, entonces, como si surgiera del mismo abismo, un ser tan grande como un barco de guerra, empezó a salir del mar, su ojos rojos mostraban furia, en su cabeza grandes cuernos como un demonio, su piel verde, garras tan grandes como para desgarrar a 3 hombres al instante, su gran boca despedía olor a muerte y unas alas enormes para emprender el vuelo, la gran creatura abrió las alas y de un salto emprendió el vuelo, giró su cabeza hacia la embarcación y sin dudar un poco, el dragón lanzo un rayo de fuego sobre los hombres... pocos pudieron lanzarse al mar antes de ser calcinados.
Una vez que el dragón logro su cometido, se lanzo pronto sobre la ciudad de Constantinopla, destruyendo todo a su paso, sembrando terror a los aldeanos, era el infierno en la tierra.
El emperador mando a ejércitos completos para destruir al demonio de ojos rojos, pero cada hombre fallaba, era muerto o comido por el dragón. No se podía hacer nada para detener a la criatura, la ciudad estaba devastada, las personas huían del lugar y los pocos que se quedaban, oraban en las iglesias, atribuyendo los actos a los herejes que existían en aquella época, pero aun así, el dragón seguía con su camino.
Un atardecer en tinieblas callo sobre la ciudad, se le vio al dragón posado sobre la cúpula de la basílica de Santa Sofía, sin cruz, como si él supiera que era un signo divino, con un gruñido estremeció de nuevo a la ciudad, de lejos se podía ver a Constantinopla iluminada por todo el fuego que la consumía. La noche fría callo sobre el lugar, el viento congelaba los cuerpos de los soldados y las personas en las calles. Los pocos sobrevivientes del ataque en el mar llegaron a la ciudad, sus ojos se llenaron de lagrimas... no soportaban ver tanta destrucción...
De pronto, un soldado empezó a escuchar una voz a lo lejos, cada vez se hacia mas y mas fuerte... hasta que... pfff despertó, era una pesadilla, todo estaba exactamente igual a como lo había dejado antes de que se quedara dormido, la voz que escuchaba a lo lejos era uno de sus compañeros que le decía que despertara; todo aquel horror solo había sido creado por su mente y todo se encontraba bien.
Fin.
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